Biografías Animadas de Ayer y Hoy, presentan:

"La historia del Padre Pepito" 

Santo Patrono de las Celebridades

Había una vez un pequeñín llamado José de Jesus, vivía en una familia normal y todos lo querían; pero él tenía un sueño, un profundo e irrefrenable deseo en su pequeño corazón: ¡quería ser artista!

Por las noches, antes de dormir, el pequeño Pepito se ponía a cantar frente al espejo con un cepillo por micrófono, y, una vez terminada su interpretación de Sinatra, se echaba encima alguna de las camisas de su papá, y recitaba obras de teatro y diálogos de las telenovelas de Mierdevisa que veían en su casa.

 Sin embargo, sus papás, como buenos padres, concientes y preocupados por el futuro de su hijo, hicieron lo que todo padre amoroso y sensato haría:

 -"¿Pero qué demonios estás pensando? Mi hijo, ¿actor?¿cantante?¿conductor de televisión? ¡¡Estás pero si pinche loco!! ¡Ni madres!"-rugió su padre.

En tanto su madre, fundadora de la Congregación de la Vela Perpetua en el barrio, rompía en llanto:

-"!Ay hijo, después de todo lo que hemos hecho por ti¡ Llevarte a la escuela con las monjas Benedictinas después de que te rescatamos de las garras del padre Maciel y sus legionarios, después de darte de comer, de vestirte...tú no puedes hacernos esto, ¿qué dirán mis amigas?"

El pequeño Pepito no sabía qué hacer; tenía decidida su vocación, y nada ni nadie podría cambiar eso...hasta que sus padres, decididos a mantenerlo alejado del mundo vicioso de la fama y la televisión, decidieron internarlo en un seminario; total, de un momento a otro desistiría de su decisión y dedicaría su fervor artístico a rezarle a Dios...

Pepillo permaneció muchos años en el seminario, escapándose continuamente al vestíbulo, el único lugar del seminario donde había televisión, haciendo de ese modo congruente el voto de pobreza al que, de acuerdo a la costumbre, se sometían los sacerdotes. Sin embargo, el ahora seminarista Pepito lograba darse sus escapadas de sus ensayos de misa y rosarios vespertinos para ver a Paty Chapoy, las telenovelas de Lucía Méndez y Adela Noriega y mucho más, imaginando que era él quien veía el teleprompter y echaba chisme con Pedrito Sola, o que él era ¡¡la mismísima Catalina Creel!!

Cuando por fin salió del seminario, consiguió un alto puesto en la Diócesis de México: ser el vocero para radio y televisión de la Iglesia en México (o en lenguaje coloquial, decirle a la borregada en qué creer y que no, por medio de las televisoras lava-cerebros de este país).

Continuará...